MINIATURa, proyecto tras el que se escuda el trabajo del grancanario Eduardo Briganty, llevaba algunos años en un punto y seguido, aparcado, entre otras cosas, por el desolador destello sonoro que supuso el debut – ya con su propio nombre- en “Microgramas” (El Muelle Records, 2018), trabajo que concentraba las querencias musicales, artísticas y culturales de Briganty -podía entenderse y disfrutarse como una “alt OST” de imágenes por filmar o ya filmadas (de Bresson a Tarkovsky)-, primando lo ambiental y fílmico. Todas esas inquietudes siguen estando también en la línea de acción de la carrera, ahora retomada, de MINIATURa, un proyecto que lleva ya tras de sí tres entregas discográficas: “Music Box” (Mckenzie Muzik-Popstock, 2007), La Huida Concéntrica (El Hombre Bala Records, 2012) y “Estrategias de Perdición” (El Hombre Bala Records, 2015). “Geometría Prohibida” (Keroxen-2020) es por tanto, su cuarto disco. Aquí se abre, de nuevo, el abanico de posibilidades sonoras y el registro, amplio y conciso a la vez, de la radiografía sonora del músico grancanario. Briganty vuelve, a tomar el bisturí de una coctelera sónica que maneja con precisión y elegante contención.
La presencia constante del “kraut-rock” más ortodoxo, de bases monolíticas y aceleradas sobre la que se construyen las urgencias melódicas, queda ya registrada en “Distopía”, así como en “Geometría prohibida” -tema que da título a este disco- e “Hipnosis”. La voz de Eduardo, retoma el lanzamiento de los habituales y sobrios dardos sonoros y líricos que tan fecundos resultados ha plasmado en la discografía de MINIATURa.
La urgencia y la sobriedad, el contenido y desesperado ardor de las guitarras fundidas alcanza el clímax en “El rayo que no cesa”, momento cumbre en que el minimalista guiño a la obra poética de Miguel Hernández se presenta como una asfixiante suma de ruidismo controlado que nos deja en los umbrales de un improvisado reencuentro de carretera entre Thurston Moore y Lee Ranaldo. Tras el éxtasis agónico, Briganty nos regala un hit marca de la casa, “Ojos como platos”, digna heredera de los mejores himnos “shoegazing-dream pop” que nos ha ido regalando la obra discográfica de MINIATURa.
