El día que Mati Klarwein dio forma a su capilla “portable”, conocida como “Aleph Sanctuary”, jamás podría haberse imaginado que esta hubiera prendido la curiosidad de Santana. Un día, viendo una revista, el guitarrista de origen mejicano se topó con varias fotos de los cuadros que conformaban la capilla pictórica de Klarwein.
Fue uno de estos, “Anticipation”, el que acabó siendo la cubierta de un LP, “Abraxas”, que desde 1970, solo en Estados Unidos, lleva más de cinco millones de copias vendidas. Aquel mismo año, Jimi Hendrix y Timothy Leary se pasaron cuatro días de viaje triposo en la capilla de Klarwein. Al mismo tiempo, Miles Davis alumbraba ‘Bitches Brew”, cuya portada había sido adjudicada a Klarwein. Uno de los aspectos más clarificadores de la misma parte de la integración de elementos enfrentados: la fuerza y la debilidad, la soledad y la comunidad, la rabia y el amor. Tal enfoque proyecta la misma idea de equivalencias de contrarios que conforman los tejidos del disco. Una guitarra eléctrica entre tres teclados. Un bajo eléctrico y otro acústico. Hasta el mismo hecho que cada batería y teclado tuviera su propio canal en la mezcla final del sonido. La analogía entre la macedonia sonora y el contraste cromático destilado en la cubierta fluye como vasos comunicantes de una misma idea: la consumación del jazz-fusión. Es como si Klarwein hubiera podido pintar su cuadro con los sonidos que recorren cada surco. Asimismo, la radicalización del mensaje portado por Miles en “Bitches Brew” es la del viaje a un ideal, una Arcadia afrocéntrica como kilómetro cero. Aquellos eran tiempos de Panteras Negras y emancipación afroamericana. El tono psicodélico que invade la cubierta de “Bitches Brew” refleja ese estado de cambio y militancia. El Black Power estaba en auge, y Klarwein lo formalizó a través de dos colores centrales: el rojo y el negro, que representan el espíritu de resistencia de África, así como quedaba reflejado en los rituales llevados a cabo por las tribus Tshidi, tanto en su estapa pre como pos-colonial. Estas tribus eran pertenecientes a la frontera entre Suráfrica y Botswana. Para los Tshidi, el negro, rojo y el blanco eran los tres colores que representaban el paso a la madurez. El blanco era el color utilizado para el movimiento y la transformación, el negro era un indicativo de la depresión y la frialdad, mientras que el rojo representaba la sangre de la menstruación y el poder de la creación. Toda esta simbología inunda la portada de “Bitches Brew”, aunque donde tuvo una relación directa con los rituales Tshidi fue en la cubierta de “Live-Evil”. Al igual que en “Bitches Brew”, la portada de este disco también fue obra de Klarwein. “Yo estaba haciendo el retrato de la mujer embarazada para la portada y el día que terminé, Miles me llamó y me dijo: ‘Quiero una foto de la vida en un lado y otra del mal por el otro’. Y todo lo que mencionó fue un sapo. Luego, cerca de mí, había una copia de Time Magazine que tenía a J. Edgar Hoover en la portada, y se parecía a un sapo. Le dije a Miles que había encontrado el sapo”.
Al mismo tiempo que Klarwein estaba proyectando con imágenes la noción de retorno a la Madre África, su obra se estaba asociando a la simbiosis entre la radicalización de una música negra activista y la evolución de esta misma hacia renovados puertos de atraque. En la producción que engloba de 1970 a 1972, sus cuadros fueron portadas de un buen número de músicos negros con inquietudes claramente aperturistas, tal como Buddy Miles, Reuben Wilson, The Chambers Brothers, Eric Dolphy y Osibisa, pero también de Malcolm X, de quien hizo la cubierta para “By Any Means Necessary”, un disco que recoge un discurso en vida del mítico líder negro. Aparte de su conexión con Malcolm X, Klarwein acabó dando forma visual al nacionalismo negro evocado por The Last Poets. Así fue como dotó de realismo fantástico la portada de “This Is Madness”, su segundo LP. Solo un año después, la concepción de surrealismo urbano con la que visualizó la rabia de The Last Poets alcanzó un punto más psicodélico en “Last Days and Time”, de Earth, Wind & Fire. Al igual que en los discos de Miles y The Last Poets, el fuego vuelve a ser un elemento primordial: el foco liberador de la consciencia afroamericana, representando una carretera de doble sentido: la fuerza de su emancipación en el mensaje y el concepto de arrasar con los sistemas que la industria musical había establecido para encorsetar la música negra entre géneros enfocados para la comunidad blanca. El acid-jazz de Reuben Wilson, la reinvención del funk de Miles Davis, el pre-rap de The Last Poets y el concepto de funk tridimensional llevado a cabo por Earth, Wind & Fire, da igual el afluente; Klarwein siempre lograba mimetizarse con el mensaje de cada uno. En el caso del su representación de la música de Earth, Wind & Fire, Klarwein deja aflorar más que nunca su devoción por Salvador Dalí. El eco de su obra dentro de la iconografía pop se materializa de forma elocuente a través de Klarwein. La concepción de los elementos de la Tierra no podría tener mayor significado que en un disco de un grupo autodenominado como Earth, Wind & Fire. En este caso, a través de un acto sexual entre el fuego, la mente humana y el cosmos. Esta necesidad por ligar lo intangible, al ser humano y los elementos de la Tierra ha sido parte intrínseca de las pinturas más psicodélicas de Klarwein, que también se hace extensible a “…And a Happy New Year”, la portada de uno de los discos póstumos de Jimi Hendrix.
A partir de 1973, la trayectoria de Klarwein fue tomando una senda más espiritual. Así, a finales de los setenta sus intereses entraron dentro de los terrenos del fourth world y la música ambient. Suyas son portadas para Jon Hassell como “Aka Darbari Java”, muestra modélica de su profunda capacidad de síntesis, la misma con la que, en un punto crucial de intereses, dotó de expresionismo abstracto a algunas de las obras que alumbraron el rumbo de la música e ideales afroamericanos.
Obseso crónico de la espeleología musical, autor de una treintena de ensayos musicales y miles de artículos, en TiuMag, El Salto o Rockdelux, entre otras publicaciones.
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