Crónicas del Ciclo Vangal o la expresión cultural como bien necesario.
Me gustaría hacer una reflexión sobre cómo en ocasiones identificamos lo terrenal con lo efímero, lo transitorio.
Hemos sido educadas en un sistema capitalista, obsesivamente centrado en los recursos tecnológicos y en nuevas formas convertir lo que nos rodea en productos, en transformarlo todo en capital y lo más rápidamente posible. Incluso en convertirnos a nosotras mismas en productos, a través de plataformas como Instagram, Tik Tok y lo que quede por llegar.
Camille Hedouin, conocida por su nombre artístico Mounqup, ha creado un proyecto en el que defiende y confirma todo lo contrario: la trascendencia de la tierra, la inmortalidad de la naturaleza, el vínculo emocional entre nosotras y lo que nos rodea. La potencialidad del cambio y la fortaleza que existe en la autosuficiencia.

La presencia y personalidad de Camille Hedouin en el escenario es algo que deliberadamente ayuda a que seamos incapaces de escapar a este mensaje. Durante la actuación, no parece dudar de lo quiere y de cómo va a conseguirlo. Su presencia es una fuerza de la naturaleza. Se desplaza por el espacio con movimientos corporales en constante conexión con el ritmo de la pieza. Incluso cuando se trata de ritmos más sosegados, sus manos se extienden y mueven tratando de hacer llegar mejor su mensaje. Sus dedos tocan, como en un piano invisible, cada una de las notas que estamos escuchando.
Su voz tiene la capacidad de llevarte a espacios completamente distintos en milésimas de segundo. Hedouin sostiene agudos que te parten el corazón y susurra frases que te enamoran.

Todo esto lo realiza in situ, a través de loops realizados en vivo y también grabaciones de sonidos de aquello que le rodea en donde vive, una zona completamente rural de Galicia. Estos sonidos se transforman en melodías electrónicas que varían entre la experimentación industrial y los ritmos folk africanos.
Su concierto para el Ciclo Vangal, en la Iglesia de San Domingos de Bonaval, acentuó aún más, debido a la localización, el carácter espiritual del proyecto de Mounqup. También -y posiblemente debido a que justo antes había dado una charla sobre su trabajo – Camille se para entre canción y canción para hablar con nosotras, para explicarnos cómo grabó ciertos sonidos, de dónde vienen, qué significan. Utiliza el humor y la informalidad para transformar un concierto en una nave inmensa, en un momento íntimo.

Sobre la antigua piedra de los muros de la iglesia, se ve la realización de su acompañante en este concierto, el artista visual Gael Carballo Seara; aportando visuales que mezclan vídeos en directo de Camille, de detalles esféricos e imágenes de archivo meticulosamente escogidas.
En añadido, Mounqup nos regaló melodías todavía en proceso de ser publicadas, y también una reinterpretación de Amédée Pierre, un cantante de Costa de Marfil, nacido en 1937. La canción es “Moussio Moussio”, y aunque la original tiene un ritmo alegre de salsa, no deja de ser una canción de concienciación social y desoladora. Pierre canta sobre la muerte de su hija.
Mounqup toma estas palabras con la voz bellísima que la caracteriza y aporta su propia melodía. Su hija pequeña la mira sentada en una esquina de uno de los arcos de la iglesia.
Enmudecimos todas, agradecidas de ser testigos de una escena tan bella.
