Crónicas del Ciclo Vangal o la expresión cultural como bien necesario.
LAURA LAMONTAGNE & PICOAMPERIO @ IGLESIA SAN DOMINGOS DE BONAVAL
Es difícil conmover.
Es un objetivo que todas las artistas buscan, en menor o mayor medida. la capacidad de comunicar de una manera que sea incapaz de ser ignorada. No sólo ser escuchadas, no sólo ser apreciadas, pero que esa misma voz atraviese los muros de las paredes más íntimas del público, que la voz permanezca. Que la ejecución sea sublime. Para ello, hay muchos elementos que deben funcionar y enlazarse limpia y correctamente. Requiere una disciplina, un talento y, a veces, también suerte.
Laura LaMontagne y PicoAmperio representan una de esas voces cuya belleza, en ocasiones, parece que hace daño, como el síndrome de Stendhal. Cuyos múltiples niveles de acción ya te han convencido antes de que tú sepas lo que está pasando.
Comienza el concierto de Laura LaMontagne y PicoAmperio, el único que se realiza durante la mañana de los ciclos Vangal. Localizado en la iglesia de San Domingos de Bonaval de estilo gótico y renacentista. La luz se filtra por las ventanas de más de nueve metros de alto, generando un ambiente luminoso y diáfano.
Primero aparece PicoAmperio, saluda con la actitud cordial y humilde que lo caracteriza, y se sube al escenario. Donde normalmente habría un ambón para la lectura de la misa, ahora están sus platos. Enseguida se centra en el inicio de una melodía trip hop alegre y ensoñadora.
El talento y gusto como productor de PicoAmperio es indiscutible, con melodías Hip Hop o Trip Hop, muchas veces misteriosas. Diseñadas para ser el perfecto acompañamiento de una voz llena de personalidad. Una voz que parece, al mismo tiempo, la reminiscencia de un ser espiritual y de una mujer guardiana, cuyos mensajes y su relevancia trascienden las fronteras del tiempo y del espacio, pero que son especialmente significativos para la gente galaica. Pero también de una actitud rebelde, indomable y llena de vida.
La voz de Laura se escucha por los altavoces pero a ella no se la ve en ninguna parte del escenario. Me fijo en que PicoAmperio levanta la mirada y sigo esta pista. Me giro en el banco de la iglesia en el que estoy sentada, para mirar por detrás de mí, y veo a Laura subiendo las estrechas escaleras de piedra pegadas a una de las enormes columnas de la iglesia. Escaleras que antes iban a un púlpito pero que ahora van a ninguna parte. A un metro y medio del suelo y cantando.
En cuanto el ritmo de la canción se anima, baja las escaleras bailando. El resto del concierto no es menos sorprendente.
Para aquellas personas que no conozcáis a este dúo, Laura LaMontagne y PicoAmperio, fusionan la música electrónica contemporánea con diversos campos de la tradición gallego-portuguesa pero también ibérica. Con un carácter políglota y ecléctico, Laura toma tanto de la poesía de Rosalía de Castro como de las Cantigas de Amigo medievales. Sus palabras son una interpretación de las obras de Lorca, Airas Nunes, Fernando Pessoa o Martín Códax. Acompañadas por una producción electrónica cargada de ritmos Trip Hop, creados por PicoAmperio, que manifiesta tener un don para crear ambientes íntimos.
Siento que debo destacar dos momentos especialmente emocionales para mí y creo que para mucha de la gente que estuvo allí.
Comienzan la canción Ondas do mar de Vigo, una de Las Cantigas de Amigo de Martín Codax, o bien, como dijo Laura: “o de alguien que componía para él. Esta poesía lírica gallega que parece un cántico religioso, toma una magnitud y emotividad especial dentro del contexto de la Iglesia de San Domingos y junto al Panteón de Galegos Ilustres. PicoAmperio acompaña esta canción con una producción ambient, que comienza con sonidos del agua y del viento. De olas que rompen. Y esta es realmente la decisión de acompañamiento perfecta para esta canción. Pues las palabras de Laura, la musicalidad del habla y su potente sentido del ritmo toman gran protagonismo. Lo que los alemanes llaman Sprechen Melodie, la melodía del habla.
La localización de un concierto puede tener un impacto masivo en lo que el público experimenta. En esta ocasión, en la iglesia de San Domingos, mientras Laura alzaba su voz en un cántico agudo, melodioso y casi celestial, pasó de repente algo que sólo puedo definir como sublime de la increíble y casual perfección de que todos estos acontecimientos se diesen juntos: al momento que Laura elevaba esta nota, agarrando el micrófono, con los ojos cerrados, toda la luz que se filtraba por las ventanas se intensificó y cambió. Una luz blanca, envolvente y casi cegadora se extendió por la nave y se mezcló con la luz azul de los focos, dando al escenario un aspecto casi irreal. Los ojos se me llenaron de lágrimas y sentí que la voz de Laura me paralizaba.
Hubo un segundo momento que también terminó en lágrimas, pero no sólo las mías.
A mi lado está sentada la escritora, poeta y feminista gallega, Luz Fandiño; quien se ha ganado un puesto honorífico dentro de las guardianas reivindicadoras de la lengua y la cultura gallega. Además de sus propios libros de poesía también ha estudiado la obra de la artista e icono gallego Rosalía de Castro, a quien adora. El conocimiento y fortaleza que desprende, a sus 89 años, son inspiradoras.
Cómo no, Luz Fandiño y Laura LaMontagne se conocen. Laura decide dedicarle la siguiente canción y nos explica lo siguiente: un día fue a grabar a Luz Fandiño en su casa. Quería grabar algunos de sus versos. Ella le dio un hermoso regalo, decidió cantarle una canción que había compuesto como emigrada en Argentina. Habló de ese sentimiento de soledad aún estando rodeada de gente, de ese sentimiento de no encontrar el lugar. Laura se identificó profundamente.
Esta vinculación temática y emocional nos recuerda a la también poetisa Rosalía de Castro, cuya tumba está sólo a unos pocos metros de nosotras, en el majestuoso panteón.
Laura dice: “es difícil superar este momento porque poder cantarle esto a la matriarca…” –señalando la tumba de la poetisa – “…y a su sucesora… cuidado”. Comenta, dirigiéndose a Luz Fandiño.
Comienza a cantar A Xustiza Pola Man, canción basada en el poema de Rosalía de Castro, con el mismo nombre. Esta canción comienza con sonidos ambient oscuros, pesados y lentos, que acompañan las palabras de Rosalía con la voz de Laura, que semeja un cántico espiritual religioso. Y de hecho, eso es exactamente lo que ha sido en muchos sentidos.
El ritmo de la canción rompe y se acelera, Laura comienza a moverse por todo el escenario. De repente cambia el registro y en lugar de cantar parece recitar la narración de la potente historia que relata la poesía. Recordando por un momento la actitud de Kate Tempest. Su voz se entrecorta rítmicamente por momentos en los que vuelve a tomar la respiración, y este sonido pasa a formar, orgánicamente, parte de la melodía.
Luz Fandiño se emociona y yo también.
Hoy en día puedo decir, que las experiencias más religiosas que he tenido en una iglesia fueron gracias a Laura LaMontagne y PicoAmperio.
Teresa Ferreiro trabaja en dirección y gestión cultural y gestión de medios. Es escritora y editora en Ruido de Fondo. Doctora en Bellas Artes y Estudios de Género (Universidad de Vigo) y es artista de cómic, ilustradora y DJ.
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