Hay algo en los cómics de Ana Galvañ que perturba hasta el tuétano. Será por su desapegada visión de la vida en futuro-presente o por esos colores difuminados que, por momentos, nos muestran seres-holograma, en vez de personajes tangibles, pero lo cierto es que, en su forma de contemplar la realidad, siempre surge el gen “black mirror”, que, sinceramente, ella ha sabido llevar más lejos todavía, gracias a su esmero por conectar a nivel subconsciente con lxs lectorxs sin ninguna clase de artificio moralista de fondo.
Quizá esto último pueda sonar algo tópico, sin embargo el grado de hipnosis alcanzado viñeta tras viñeta es tan profundo como esos discos de música ambient con los que Klaus Shulze filmaba sinfonías electrónicas futuristas a principios de los años setenta.
Dentro de este rango de excelencia se encuentran novelas gráficas como la aquí presente, magnética en su composición de los saltos temporales, así como en los poderes que otorga a quien se deja atrapar por su fauna de colores en continua desintegración: nada menos que la llave que abre los misterios de la adolescencia. Porque lo que, en realidad, consigue Galvañ es convertirnos en vouyeurs de una realidad tan lejana en su exposición como cercana en sus diálogos y formas de comunicación. Maravillas que desvían el ojo narrativo sci-fi hasta un lugar, literalmente, virgen. Todo un campo de exploración que ya llevó al límite por medio de “Pulse enter para continuar” (2018), su anterior obra con la editorial Apa-Apa, que, gracias a esta nueva muestra de genio, apuntala sus poderes como autora imprescindible para entender la bipolaridad genérica de nuestros tiempos, la misma capaz de congelar sonrisas o colorear los temores más íntimos. Todo gracias a esta “Tarde en McBurguers”, nuevo hito de ilustración gráfica hipnagógica, donde fantasmagoría y costumbrismo 2.0 han encontrado un espacio inaudito de diálogo minimalista estético-narrativo.
Obseso crónico de la espeleología musical, autor de una treintena de ensayos musicales y miles de artículos, en TiuMag, El Salto o Rockdelux, entre otras publicaciones.
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