Tras una espera larguísima, Somos La Herencia se estrenan de largo con un trabajo que refleja a un grupo en estado de gracia. Para empezar, no se pueden dejar pasar todos los detalles que hacen de este disco algo más relevante que un simple remozado neopostpunk de toques siniestros.
La huella de Joy Division y Décima Víctima está ahí, pero lo que predomina es una querencia por destilar inquietudes sonoras que amplían su marco de acción de manera altamente refrescante. Bajo este prisma, sorprende gratamente su acercamiento a la electrónica orgánica de Arca, la cual que se hace muy presente en cortes como “Pena”, “Entre las piedras” y “Kolima”. Esta terna es la prueba irrefutable del nutritivo instinto espeleólogo que recorre cada centímetro de “Dolo”. Eso sí, sin renunciar nunca a punteos tan The Cure, época siniestra, como los que cosen “Parque de Atenas”.
El meridiano captado entre cuerpo afterpunk y heterodoxia electrónica redunda en la condición atemporal de unas canciones que difuminan épocas y géneros bajo escenas que parecen extraídas de “Arrebato” (1978), de Iván Zulueta, como en “Injusto”, pero también desde la pena infinita que nutre cada gramo del ambient industrial tejido en “Espuma”. Sobre todo esto, hablamos con ellos.
Respecto a referencias del disco si que ha tenido mucho peso la electrónica contemporánea, toda esa ola extrañamente llamada “deconstruida”, el ambient, incluso algo de witchouse…
Antes de nada, ¿por qué tanto tiempo hasta vuestro primer LP en estudio?
Por lo general, cuando se empieza un proyecto, más cuando es el primero, no tienes muy claro hacia dónde quieres ir y supongo que, a medida que vas haciendo temas, depuras el concepto y sonido que quieres. En nuestro caso fue muy natural, llegó un momento en 2017 tras sacar nuestro último EP, Zigurat, que nos dimos cuenta que ya teníamos las cosas claras y era el momento. Supongo que tomárselo con calma también ayuda a generar interés y atraer a más oyentes.
Probablemente, en un año habríamos podido tener un disco, pero no creo que hubiera estado a la altura de nuestras expectativas. Hemos currado mucho, probado mil historias y escuchado tela de música para encontrar lo que queríamos.
Dolo es mucho más que un disco after punk o de “pop gótico”. Cortes como “Pesar”, “Entre las piedras” y “Kolima” parten de una electrónica tremendamente orgánica. Por momentos, incluso, me recuerda a Arca en estas dos últimas. ¿Hasta dónde llegan vuestras referencias musicales, más allá del espectro post-punk que siempre se os atribuye?
Los cuatro escuchamos cosas muy distintas, pero el post-punk y la darkwave siempre ha sido un espacio común. Siempre hemos hablado de la necesidad de renovación de ese sonido porque aunque nos encanta, apenas ha cambiado a lo largo de las décadas y es una pena porque en términos de diseño sonoro siempre ha sido muy puntero en experimentar, en jugar con reverbs y espacios, dinámicas, estructuras… Se nos viene a la cabeza el rollo este de Martin Hannett, Swans y cosas así.
Respecto a referencias del disco si que ha tenido mucho peso la electrónica contemporánea, toda esa ola extrañamente llamada “deconstruida”, el ambient, incluso algo de witchouse… podríamos decir cantidad de cosas.
En otra, como “Injusto”, demostráis una depuración máxima de los elementos instrumentales, como esos punteos de guitarra mínimos, que abren el espacio sonoro de forma brutal. De hecho, en todo el disco fluye ese vacío sonoro, del cual también hablaba Tony Wilson cuando se refería a Joy Division. Me imagino que el trabajo de producción de una canción como ésta ha sido todo un trabajo de relojería.
Pues nos gusta mucho eso del vacío sonoro, yo la verdad que no lo conocía. Pero entiendo que es muy bonito que en mitad de una canción y un álbum con muchas cosas sonando entre nada más que un bombo y una guitarra haciendo dos notas y genere esa emoción, yo lo siento así y creo que es uno de mis momentos favoritos del disco.
En términos de producción, como nosotros lo ligamos tanto a la composición, supongo que nos ayuda a encontrar cosas a las que no podríamos llegar improvisando en el local. En cualquier caso el trabajo de Olivier Arson, que ha producido el álbum, ha sido mazo importante para precisamente esto, limpiar, pulir y dar más intensidad a momentos como éste.
De hecho, en todo el álbum se percibe la máxima post-punk: utilizar el estudio de grabación como si fuese un instrumento musical. ¿Qué canciones han bebido más de dicho concepto?
Pues la verdad que todos los temas se han beneficiado de ese enfoque. Quizás “Un nuevo idioma” u “Hombres libres”, que son canciones más clásicas por así decirlo, necesitaron menos trabajo de samples y diseño sonoro.
Cuando entramos en el estudio tuvimos la suerte de llevar todo muy preparado, sabíamos de memoria dónde iba cada arreglo y cada cosa, así que allí estuvimos muy disfrutones probando cosas con amplificadores y eso. Además teniendo a Olivier al lado, ha sido un gusto ver cómo crecían las canciones.
En otras como “Parque de Atenas” y “Un nuevo idioma” sonáis menos experimentales, más cercanos a vuestro perfil más conocido hasta ahora. ¿Tenías la intención de intentar mostrar todas vuestras caras dentro del LP?
Pues “Un nuevo idioma” fue el primer tema que compusimos para el disco y, de alguna manera, queríamos que a partir de ahí toda la propuesta tuviera mucha cohesión. La idea era proponer cosas distintas y explotar a saco todos los elementos de las canciones pero que funcionaran en conjunto, además hoy en día la peña apenas se pone discos enteros y esto, de alguna manera, ayuda a hacer la escucha más agradable y a entender mejor la narrativa.
Por ejemplo, a nosotros nos gusta mucho la dinámica, que las cosas bajen y suban, así que era importante que jugásemos con las intensidades, los bpms, distintos sonidos y todo eso.
Los cuatro escuchamos cosas muy distintas, pero el post-punk y la darkwave siempre ha sido un espacio común.
Por ejemplo, los seis minutos de “Espuma” son puro dark ambient. No sé si estáis interesados en exprimir más esta vía en el futuro.
Si claro, nos gusta mucho todo ese rollo, aunque no sabemos aún por dónde vamos a tirar. El ambient nos interesa mucho porque es una música muy impresionista, como que te pones un tema y te pones a imaginarte historias y no hace falta decir nada. Nos parecía bonito que a mitad del disco hubiera algo así, por lo que comentábamos antes de las dinámicas y eso. Además es el único tema del disco que está íntegramente grabado en directo. Conectamos todos los cacharros y a disfrutar, nos daba igual cuánto durase.
Vuestro sonido lo percibo muy en cinemascope. Tremendamente visual, mezclado con imágenes tan poderosas como “Tatuaje, escamación, huesos dorados / tumbado en el altar tallado en hueso”, en “Un nuevo idioma”, por ejemplo. En este sentido, en vuestra propuesta percibo que la parte instrumental cuenta con un plus de identificación con la materia lírica abordada. ¿Cómo es vuestro proceso compositivo?
Pues no tenemos un proceso claro que sigamos siempre. Hay temas que hemos hecho juntos tocando en el local, otros juntos, sentados en el ordenador, y otros más por separado. Si que ponemos en común todo el rato para estar de acuerdo y cerrar una versión final de las canciones. Creo que eso nos ayuda a que la propuesta sea fresca, porque si siempre lo haces todo de la misma manera, puedes llegar a aburrirte o a hacer cosas con las que no estás muy convencido.
La letras son muy importantes claro, nos gusta mucho ese rollo de generar imágenes y probablemente nos viene del rap, como lo de “cogiendo la cobra como si fuera una comba”. Además una cosa que está bien es que no somos muy brasas con la letra, si el momento lo pide, la enganchamos; y si no, nada. Y, por lo general, diría que le damos una vuelta para que sean muy musicales, sin tener que caer en rimas chungas.
Resulta fabulosamente desconcertante, o no, que vuestro simbolismo místico brote con más fuerza en una canción como “Cuero rojo”, que, sobre todo al comienzo, cuenta con un hipnótico deje trap. ¿Provocación o posible camino a seguir? Aunque también lo veo como lo que hacía David Lynch en el retorno de “Twin Peaks”, donde ya nada era sagrado, y era capaz de extraer humor hasta de La Habitación Roja.
Pues nos lo han dicho más veces, yo ya no sé si es por un tema formal y el uso del autotune o por la forma en que me lo tiro, que igual puede recordar a eso. Creo que ni yo mismo lo sé, pero sí estamos de acuerdo en que está guay y es sano y divertido quemar las naves. Un poco al hilo del principio de la entrevista, que nos interesa llevar la música que nos gusta a otro sitio y, aunque sea a pequeña escala, tratar de aportar cosas nuevas, y no por ser los más edgys, sino por no aburrirnos y disfrutar.
Ya por último, quería preguntaros si ”Dolo” es el comienzo de una senda a explorar, en distintas direcciones, o el cierre a una etapa.
El principio, claro. Estamos muy animados y con ganas de lo próximo. El disco está gustando y no hemos podido quedar más contentos con el resultado. Tenemos muchas cosas que hacer y decir, nada termina.
Obseso crónico de la espeleología musical, autor de una treintena de ensayos musicales y miles de artículos, en TiuMag, El Salto o Rockdelux, entre otras publicaciones.
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