Roldán acaban de publicar “Tus poderes”, monumental tratado de saudade pop hipnótica sobre el cual Juan Carlos Roldán destapa todos los secretos a Luis Moner. Pasen y lean, todo fibra literaria.
Gracias por la entrevista, Juan Carlos.
¿Antes de nada, cómo llevas el confinamiento?
Con extraña normalidad. Tengo la suerte de vivir con mi pareja y de poder de trabajar desde casa, aunque la actividad ha mermado bastante. (me dedico a la animación y vídeo digital, para arte, publicidad, etc.) Para mí estar en casa es “normal”. Me siento bastante privilegiado estos días, comparado con la situación de mucha gente que tiene niños, gente mayor o con necesidades especiales que atender. Mis dos compañeros de banda y sus parejas, por ejemplo,están luchando para mantener sus empleos a flote mientras cuidan a sus hijos, y no tienen tiempo para casi nada. Aun así, estamos intentando componer canciones nuevas. Yo les envío maquetas y me devuelven ideas grabadas con el móvil o con ordenador, cuando logran rescatar un rato al final del día.
Si de esta situación sale otro disco o grabación, al menos podremos asociar la misma a un recuerdo positivo.
Son tiempos raros en lo social y en lo político. La profilaxis ha cambiado nuestra forma de relacionarnos entre nosotros y, la politización del espacio publico. ¿Cómo crees que esto cambiará nuestras relaciones sociales?
Pues como no soy sociólogo, ni experto estos temas, sólo puedo elucubrar. Me gusta mucho la ciencia ficción, así que es posible que sólo pueda fantasear sobre futuros distópicos, como estaremos haciendo muchos, imagino.
El confinamiento también propicia mucho la fantasía. Es todo muy platónico.
Estamos viviendo una especie de ensayo de lo que sería una sociedad basada en lo virtual. Eso puede desembocar en muchas cosas, y hay expertos dando vueltas todos los días a lo que va a pasar.
Lo que más aterroriza es cómo se puede a aprovechar el sistema capitalista y las grandes corporaciones de la situación, dejando indefensos a los más débiles, a las minorías, a lo local, al artesano, y a todo lo pre-digital.
Ante tanta distopía, pienso en la la frase de Fredric Jameson (No te creas que lo sabía. Acabo de buscar de quién era): “Es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”.
Concluyendo: No sé lo que va a pasar, pero no va a pasar por sí solo. Depende de cada uno dejar que vuelva lo mismo de antes o querer cambiar las cosas, (aunque igual cada uno quiere que cambien de una manera distinta al otro y es difícil ponerse de acuerdo).
¿Qué te parece que, en estos tiempos de pandemia, la cultura haya homogeneizado su discurso si cabe aún más? Parece que este discurso buenrollista de que todo es cultura (discurso pluralista sin duda) está calando hondo.
Es que yo no sé quién es la “cultura”. ¿Es todo lo que hay en las bibliotecas y museos, y sólo eso?. ¿Son las series de Netflix?, ¿Los libros, y cuáles? . ¿El deporte es cultura?, ¿Los bares y discotecas pueden ser cultura, porque propician el debate y el baile, respectivamente? ¿Bailar tecno es cultura? ¿Y bailar sevillanas?, ¿Los youtubers son cultura? ¿Cuales sí y cuales no?
Creo que cada uno hablará desde donde le toca y querrá defender. A mí me está siendo muy complicado definir o defender todo esto. Ocio y cultura son cosas con límites muy difusos.
Está claro que para mucha gente casi todo es ocio y la cultura son cosas muertas que se estudian. Habrá que intentar redefinir primero lo que se entiende por cultura.
El apagón cultural, que duró hasta que el Estado dio alguna respuesta ¿solución? eventual en relación con la crisis que asola a las Industrias Culturales en este país, fue, en mi opinión una acción absolutamente poco articulada. ¿Cómo reacciona un artista que, como tú, crea desde los márgenes, desde el submundo de la caverna de la cultura dirigista?
Pues precisamente por lo poco articulado o definido que fue todo, no le dí mayor importancia, porque pintaba que no iba a pasar nada. Por una parte me parece bien intentar visibilizar que las medidas que se están tomando para ayudar a autónomos, en gran parte no van a llegar a trabajadores como los de la industria musical, (músicos, pero también, técnicos de sonido, programadores, sellos discográficos, etc.), pero creo que todavía no se ha conseguido una buena forma de visibilizar eso.
Muchos pensaban que el apagón era simplemente no colgar “manifestaciones culturales” en redes sociales como conciertos online, etc.
Por cierto, yo participé en un “festival online”, Cuarentena Fest, cuya premisa es luchar contra la precariedad de los artistas. Para tal fin se abrieron donaciones a los artistas, para que tuvieran un pago (aunque fuera simbólico) por sus actuaciones. En todo caso, creo que el evento “streaming” no debe verse como substituto de un concierto real, sino que tiene otros parámetros propios del medio (por ejemplo, el chat en directo, la tecnología de que se dispone, lo precario de no tener una sala con técnico de sonido, equipo profesional, etc). En ese sentido, hay un campo diferente por explorar ahí, que debería alejarse del formato acústico para encontrar otras formas de hacer.
En todo caso, creo que es un buen momento para escuchar discos más atentamente, descubrir nueva música, y re-valorizar la escucha activa. También es tiempo de replantearse cómo funciona todo y si realmente queremos volver a lo mismo o sí deberíamos hacerlo de otra manera.
“He inventado un nuevo modo de no saber qué inventar” cantas en “Cascanueces” de tu álbum Espero que dure ¿La creatividad es un concepto que está sobrevalorado desde el momento en el que no actúa como instrumento de desactivación y no de consenso homogeneizador?
La creatividad se toma como un don que solo practican (ciertos) artistas, pero debería desarrollarse en todos los ámbitos de la enseñanza, porque es necesaria para todos los campos del conocimiento humano. Entiendo que si te refieres a los músicos, el acto creativo puede ser motor para definir nuevas formas de pensar/sentir. Yo entiendo lo que hago como propuestas de ideas, y parto de ese ejercicio más de laboratorio cuando fabrico canciones, pero si se quedan sólo como experimentos formales, no me funcionan. Al final busco que hagan sentir cosas, aunque igual huyo de que produzcan simplemente “tristeza”, o “alegría”. Intento encontrar sensaciones menos definidas previamente. Esto es más difícil… y menos “comercial”, pero necesito ese reto y es lo que me motiva a hacer música. También podría ser este el instrumento de desactivación (sensorial) del que hablas.
Tus letras se han comparado con la tradición de los haikus, aunque yo en muchas ocasiones veo en ellas un marco aventurero, como si fueran impulsos. ¿Qué tienen de todo esto? ¿No te parece que tus versos son como locos happenings? Lo digo por el concepto de happening tiene inscrito la participación del espectador…
Lo de los haikus no lo entiendo mucho, porque en teoría son mucho más cortos que la mayoría de mis letras, aunque bien pensado, una canción mía puede ser vista como una sucesión de varios haikus. Suelo escribir frases sueltas, y a veces una canción tiene varios temas o momentos que luego unidos crean un entorno o “impresión”, como escenas aparentemente inconexas de una película, que al secuenciarse cobran un sentido como conjunto. Esas serían mis letras “impresionistas” u oníricas.
Luego, y cada vez más a menudo, escribo textos más concretos que cuentan una historia u ocurrencia hilada y concentrada. Quizás esos textos sí pueden ser más cercanos al “happening”, al juego… A veces me planteo una canción como un manual de instrucciones para que el oyente las realice, aunque sea mentalmente.
Tu voz creo que se adapta muy bien a la métrica y a las texturas que vas creando. Esta ahí presente, pero parece que siempre actúa en un segundo plano. Cuando compones tengo curiosidad por saber ¿cómo vas adaptando tu voz a las melodías?
La letra y la música las compongo de manera totalmente aisladas, como piezas independientes. Después las uno forzando a veces mucho para que haya accidentes. (Más bien, las hago chocar). Con la guitarra busco arpegios al azar. Intento huir de lo que conozco, lo que es fácil, porque no me se casi ningún acorde así en plan académico. Vamos, que me los invento. Lo bueno de no tener estudios musicales es que todo vale. De esos acordes arpegiados suelen aparecer melodías que puedo seguir con la voz. Me gusta mantener un tono neutro, sin vibratos ni florituras, sin “engolar”. (eso me lo recuerdan mucho Jaime y Nacho cuando grabamos y ensayamos: que no “engole” la voz). El estilo vocal que más aprecio es el de la bossa. Me horroriza el virtuosismo vocal, (según se entienda) También las melodías, con medios tonos y acordes “abiertos”. Me ayuda a no sonar muy evidente.
El truco para mí es insistir y repetir. Lo “erróneo” se convierte en canción.
Enlazando por la anterior pregunta sobre tu entonación, que me parece como muy libre y desprejuiciada, tu música la definiría en esencia como pop de ribetes cubistas, con muchas capas de significados superpuestos, pero también juegos de referentes fantasmáticos. En tu último disco, La Potencia, hay un verso en “Ocasión” que, quizás, que me da que pensar: “Es natural mirar y darse cuenta de que no fue real. La pulsión del error, objetivo común”. ¿Cómo consigues que todo sea a la vez tan irreal e imbricado en un folclore común?
Me interesa crear extrañeza en la cercanía. Suelo escribir pensando en escenas cotidianas que después analizo desde un punto de vista más como un sueño, en el que algo aparentemente normal, cuando te fijas en los detalles, empieza a deformarse y a salir de la realidad. Suele ser el momento en el que te despiertas porque te das cuenta de que es un sueño.
Aparte, como a veces caigo en escribir de forma bastante críptica me gusta contar esas ocurrencias desde un lenguaje popular, y tirar de humor absurdo, como para compensar y aliviar un poco. Es otro juego más con el oyente.
En tu último disco hibridas muchos estilos (pop ochentero español, bossa nova, kraut, psicodelia, exótica, estética hipnagógica…). Tengo la sensación de que todo conforma un tapiz extremadamente sensorial, muy cinematográfico. ¿Qué importancia tiene la imagen, y la mirada, en tu música?
Bueno, como me dedico principalmente al arte digital, estoy continuamente relacionando el sonido con la imagen. También suelo crear mis videoclips, y siempre son buena excusa para probar nuevas técnicas de video y animación con las que esté experimentando en el momento. Aparte, como explicaba antes, también intento pintar frescos con las letras, o crear escenas de películas. También escucho sobre todo música instrumental, sea esta electrónica o acústica. En general me cuesta más la música con demasiada presencia de la voz principal. En este último disco me di cuenta de que casi toda mi música anterior tiene muy pocas partes sin voz, y quería que hubiera más partes instrumentales, y que contaran más cosas por sí mismas.