Abel Hernández, bajo su nombre artístico, El Hijo, tiene una larga trayectoria musical que no ha pasado desapercibida. No sólo su proyecto se ha convertido en un referente dentro de la escena alternativa española a nivel estilístico y conceptual, sino que también ha seducido al mundo de la crítica musical gracias a un discurso basado en una multiplicidad de referentes culturales que no sólo inspiran su música, sino también su visión sobre lo que trata de transmitir con la misma y sobre los mecanismos ̶ tanto los cambiantes y como los arcaicos ̶ sobre los que se fundamenta el comportamiento social.
En este sentido, El Hijo consigue con su trabajo crear una suerte de poesía acústica. Al tiempo que invita a embelesarse con las diferentes estructuras y texturas que conforman sus discos, también invita a reflexionar sobre la sociedad actual y la cambiante realidad que estamos viviendo.
Las interferencias de sonidos creados por melodías de sintetizador erosionadas o deformadas funcionan como una sutil reminiscencia de la incipiente pero imparable hegemonía tecnológica. Las voces humanas, también modificadas tecnológicamente, personifican una variedad de personajes y puntos de vista que construyen una narración sobre sentimientos, patrones de comportamiento, psicología y magia.
Como señaló Abel Hernández en su momento, estamos ante “la máxima expresión del post-mainstream”, finalidad con la que vuelve a jugar en su último disco La Rueda del Cielo, publicado por Intromúsica & Ruido de Fondo y culmen de dicho concepto, estructurado para la ocasión mediante un brainstorming intertextual donde se superponen capas de, entre otros, la Odisea, el Nuevo Testamento y las bases de la cienciología y el cuarto camino de Gurdjeff, Hannah Arendt, Jacques Derrida, textos de la CCRU y Mark Fisher, La cicatriz interior de Philippe Garrel o “Gerry” de Gus Van Sant…
Este último proyecto de El Hijo ha dado pie a debates y deliberaciones tan interesantes como eclécticas en relación a la música, los nuevos medios de comunicación y la sociedad. En esta entrevista hablamos precisamente sobre estos temas y sobre la intención de su proyecto.

1. ¿Cuáles han sido tus motivaciones para este nuevo álbum?
Es paradójico pero, por una parte, podría decirse que es un disco que ha salido un poco sin querer, tirando de un hilo pequeño (todo surgió de la idea de una especie de versión de Famous Blue Raincoat de Cohen con un pad y mucho autotune que luego empezó a expandirse, a complicarse), sin mucha intención de hacer un álbum hasta que el proceso estaba bastante avanzado… Pero, por otro, es el disco de los muchos que he hecho en mi vida en que más me he parado a pensar en sentidos, conceptos, el único en el que he hecho una especie de investigación, etc. Un poco loco, en ese sentido.
La motivación por tanto ha sido un tanto vaporosa, no ha existido como tal. He ido acompañando lo que iba surgiendo, las necesidades y deseos. Al principio más caprichoso, al final más concienzudo y perfeccionista.
2. ¿De dónde viene el título La Rueda del Cielo?
Es el título de una de las primeras ediciones en castellano de una novela de Ursula K. Le Guin. Estaba leyéndola mientras acababa el disco y en ella se incluye una cita del libro chino taoísta Zhuangzi:
“Los que quieren aprender se empeñan en aprender lo que no pueden aprender. Los que quieren hacer algo, se afanan por hacer lo que no pueden hacer. Los que quieren argumentar, se esfuerzan por argumentar lo que no pueden argumentar. La más alta perfección es saber detenerse allí donde ya no se puede saber más. Si no haces así, la rueda del cielo te destruirá.”
Y me pareció perfecto para la historia que se esconde bajo la superficie de este disco. Pero además, me preguntaba ¿qué es una rueda del cielo? Me gustaba esa imagen absurda.
Entonces investigué un par de ratos y descubrí que había un doble error en la traducción y fue entonces cuando me encantó de verdad. La cosa es que ella titula su libro The Lathe of Heaven, o sea El torno (de alfarero) del Cielo, a partir de una cita que traduce mal del chino, cuya correcta traducción debería ser “La ley del Cielo” o “El equilibrio del Cielo”, algo así. Y, luego, en aquella edición argentina de los 70, a su vez, tradujeron The Lathe of Heaven de una forma más rara aún: La Rueda del Cielo. Es un doble error muy acertado.
Esta es la adaptación filmográfica de la obra de Ursula K. Le Guin: La Rueda del Cielo, 1980:
3. La etiqueta “post-mainstream” comenzó como una definición un poco irónica, pero ahora parece que se ha acabado la broma y que es un nombre que ha llegado para quedarse. ¿En qué se diferencia el post-mainstream del mainstream?
Sí, es algo que empezó más bien como una broma. Supongo que, si existe algo así, se le puede aplicar la misma lógica que Simon Reynolds usaba cuando inventó la etiqueta post-rock: algo que usa herramientas del rock para hacer una cosa que ya no es rock, que se sitúa en un futuro posible. Siguiendo esa regla, el post-mainstream sería algo que usa elementos y modos de producción del Pop mainstream contemporáneo para, una vez desviado, invertido, queerizado y frustrado, dar lugar a otra cosa.
4. Entiendo que el pop te fascina especialmente por su estructura; con ritmos y letras pegadizas que tienen un gran poder a la hora de generar un impacto en un público amplio. Anteriormente has afirmado que “todo es político” (Muzikalia, 2019), incluido la música pop. Aserción con la que estoy de acuerdo. ¿Qué ofrece tu música a nivel político?
Lo mismo que cualquier otra porque, como dices, todas lo son, lo quieran o no. En mi caso, además, hay una intención (lo cual no es necesariamente Más político) de intentar decir cosas sobre ciertos aspectos del modo de vivir en la sociedad a la que pertenezco desde un enfoque analítico y crítico. Y, de paso, también, de intentar quitarle la hegemonía del discurso político a formas retro de pseudo canción-protesta.
5. ¿Quién es el personaje protagonista en La rueda del Cielo? ¿Existe un arco dramático del personaje en el disco?
El, la o, más bien, los personajes es/son los mismos que inspiran y con los que he estado trabajando en Fragmento I, Dentro y Capital Desierto. La verdad es que prefiero no contar mucho. Ellos y la narración están en cierta manera tachados y sirven para canalizar el propósito de la anterior pregunta.
Pero, bueno, podríamos decir en cuanto al arco que, en la edición física de La Rueda del Cielo, que es distinta a la digital, sí hay un orden y una división en dos momentos que se corresponden con cara A y cara B (más o menos). Y bajo el tachado que comentaba, puede verse que se quiere contar algo así como el fracaso estrepitoso de un intento de renacimiento espiritual exprés tras recurrir a un retiro a lo más hondo del desierto (el desierto como lugar mental pero a veces también físico donde es posible la soledad, la expansión fuera de los límites sociales, culturales y demás, lugar también de la cuaresma, etc. y también de los oasis y los falsos oasis). La impotencia tras la fast food espiritual y las consecuencias del aislamiento.
Como decía todo viene un poco de tirar del hilo de estos versos de Famous Blue Raincoat:
“I hear that you’re building your little house deep in the desert. You’re living for nothing now, I hope you’re keeping some kind of record.”
6. Me encanta tu trabajo de producción, creo que comunica mucho a través de estructuras, secuencias y texturas. Para mí la carencia de obviedad en la música hace que su significado se personalice y trascienda. Puede que esta pregunta resulte extraña pero ¿por qué son para ti necesarias las letras de tus canciones?
¡Qué bueno! ¡Muchas gracias! Esa es la idea, transmitir a través del sonido. En ese sentido las voces y las letras no son necesarias. De hecho, en los últimos tiempos, desde que pegué el giro hacia donde me encuentro ahora, no parto de ellas, sino de aspectos sonoros y rítmicos, pero acaban apareciendo. Son mis fantasmas, supongo.
