Después de las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial se pensó en el sinsentido del Arte como manifestación humanista, ya que fue una reacción moral hacia el horror que podía perpetrar el ser humano, y a su vez la crisis del concepto estético encuadrado en una realidad determinada.
En los años 50, en una sociedad dividida en dos bloques férreos y homogéneos después de la Gran Guerra (bloque soviético y el norteamericano) el Arte tiende al Informalismo, y esto implica la negación de las formas clásicas, un concepto de forma que es más dúctil, menos adaptada a las convenciones clásicas que hasta ahora existían. Donald Kuspit refleja muy bien este giro hacía formas que nacen después de la destrucción de la moderna concepción de la realidad dinámica del tiempo:
“Aquellos artistas que se hicieron abstractos, puesto que hacerlo era reconocer el sentido moderno de la realidad temporalmente dinámica, se encontraron a sí mismos atrapados en un doble lazo emocional: el deseo de ser moderno se compaginaba mal con la creencia hondamente sentida en la trascendencia del arte, con su negación del tiempo dinámico, tan crucial para el ser-moderno”. (1) Podemos reseñar que a partir del cubismo los artistas abstractos han articulado una nueva dialéctica entre las dicotomías espacio/tiempo, y una nueva sensación de intemporalidad dentro de un marco moderno y a la vez ahistórico; un marco que se revela ante los encantos de la mimesis, y en estas aparentes contradicciones nace un arte de la ininteligibilidad y lo místico.. El signo se anticipaba al significado, y en los albores de 1945 “el arte conceptual se movió a través de la penumbra que conduce de la modernidad a la posmodernidad, pero sin pertenecer, ni histórica ni teóricamente, a ninguna de las dos”. (2)
En este escenario de debilitación de los ideales, la pintura abstracta fue el fiel reflejo de un nuevo paradigma sígnico y de valor práctico que se oponía a los nacionalismos de guerra, y una negación al realismo imperante. Artistas como Pollock, Rothko o De Kooning tenían una clara intención mítica y de orientación metafísica. Las obras de los primeros informalistas reflejaban el uso de la materia como nuevos códigos de significación. Como decía Adorno (3) “lo ininteligible se hace aparecer como si fuera algo natural y autoevidente del mundo”. El arte es indisociable a la realidad histórica, y autores como Pollock o Rothko, de tendencias de izquierda, vieron con gran desilusión como la pintura abstracta fue asimilada por la retórica anticomunista que caracterizó el periodo de la Guerra Fría, y esto chocaba frontalmente con la idea de un arte desconectado de las realidades políticas y sociales. Debemos señalar, aún y así, que Pollock y algún otro artista, entre 1941-1945 materializaron en forma de mural (por ejemplo la obra Mural, de 1943, óleo sobre tela, 247×605 cm) obras que podemos designar “pintura de historia” , y que pretendían tener un calado social y público, ajeno al psicoanálisis. (4)
Willem de Kooning en su estudio.
El expresionismo abstracto y su forma en el Action Painting proponía un tipo de pintura a partir de la acumulación de brochazos viscerales, goteos de pintura, que propugnaba un modelo de resistencia enigmática y seductora, que funcionaba como un modo arcaico, primitivo y freudiano de entender el gesto poético. El arte intenta liberarse del pragmatismo de las plusvalías, y es el reverso de la alegría americana representada en la materialidad en serie, y el American Way of Life. El goteo sobre el lienzo o el mural (dripping) es como una cualidad maníaca de enfrentarse al acto creativo, el arte de lo ininteligible como lo mostrara en su día Cezanne.
Algunos críticos han definido como gestual las frondosas extensiones compositivas de Pollock o De Kooning, y otros como Rothko quisieron expresar con grandes extensiones de color producir un sentimiento de estatismo (“abstracción cromática”, en obras como Rojo, Blanco, y Marrón, óleo sobre tela, 253x 208 cm.). Colores que juegan con los conceptos de espacio en colores que parecen flotar en el lienzo.
En definitiva, el expresionismo abstracto recogió la herencia del arte moderno del periodo de entreguerras -Miró, Mondrian – junto al cubismo de Picasso, todo ello pasado por el inconsciente que planea en obras de carácter simbólico con arquetipos jungianos, en el caso de Pollock. A todo esto podemos crear orografías imaginarias que nos conduzcan a los ritmos abruptos y laberínticos de Ornette Coleman o Albert Ayler, artistas de free jazz que renovaron el arte a partir de dinamitar la cordura.
A partir de 1960 un grupo de artistas cuestionan los códigos y convenciones de los expresionistas abstractos, y lo hicieron representando las imágenes de la cultura de mercado. El arte “restituye su visibilidad al enorme mundo de los objetos, que conforma nuestro paisaje habitual, y al mismo tiempo construye una especie de mitología banal, esencia de la realidad y encarnación del sueño americano”. (5) El objeto es analizado y encarnado desde la frialdad del consumismo, la serialidad, y la mirada del artista es puro desapego; el objeto como una sacralización de la cultura de masas. Las latas de sopa de Andy Warhol, las hamburguesas gigantes de Claes Oldenburg, o las serigrafías de cómics de Roy Lichtenstein dan debida cuenta y procesan una narrativa del imperio consumista e imperialista. Conceptos como “kitsch” o “camp” sobrevuelan en el imaginario colectivo desde las últimas décadas. Lo “kitsch” crea su propia simbología, y su veneno nos es inoculado a través de la televisión, películas, referencias a la cultura considerada de “mal gusto” etc. El aura del arte, según la concepción de Walter Benjamin queda amenazada por la mecanización de las formas de producción. Warhol y compañía “querían conectar las tradiciones e intereses tradicionales y supuestamente “autónomos” de las bellas artes con la cultura popular de imágenes desarrolladas en todo el país debido a la saturación de la televisión y el cine” (Wood, Paul, [et al], 2000: 75).
Jackson Pollock y Lee Krasner.
El fetichismo atraviesa el arte vanguardista, y con él la fantasía perversa de ritualización de lo erótico, de objetos destruidos y reinventados; la obra descontextualizadas para aislarla y tensar nuevas narrativas como en su día fueron las ready-made de Duchamp.
Las rupturas abruptas con el “yo” del artista siguen creando dinámicas cuyas resonancias llegan hasta nuestros días. El arte psicodélico crea una subcultura que persiste en la actualidad actualidad y que nació como corriente underground que se materializó en el movimiento hippie. Un arte bajo la influencia de los excesos con el LSD y gurús como Thomas Leary, cuyas representaciones artísticas mostraban las alteraciones de las percepciones ópticas. Sobre estas alteraciones de la visión también tuvo especial importante el Op Art que se se basaba en la experimentación exacta de la visión. Para ello, los artistas utilizaban y verificaban formas geométricas simples, colores lisos, diseños y texturas bidimensionales, que pudiesen sugerir el efecto del movimiento. El situacionismo y los acontecimientos del mayo francés se enmarcan en un periodo efervescente de la cultura underground (beat generation, Kerouac, Ginsberg…), con continuos ataques al establishment que se produjeron entre 1963 y finales de 1968. Los artistas del momento luchaban en contra de un arte limitado y valioso, y contra esto también arremetió el Arte Povera en Italia. Un arte de valores marginales y pobres, en contacto con los materiales sin significación cultural alguna; materiales que no importaba su perdurabilidad y que reafirmaban la energía del artista y su libertad.
Dan Flavin. Instalación.
Como contrapunto al Pop Art, nació el Minimalismo que proponían estructuras simples, realizadas con materiales toscos; formas “mínimas” constituidas por elementos mínimos sin los cuales no sería posible la forma. Entre los formalistas americanos , Dan Flavin siempre ha empleado como medio expresivo el tubo de neón de colores, y representa un culto al objeto encontrado. Según Anna Maria Guasch: “los escultores minimalistas fueron considerados herederos de la tradición cubista, neoplasticista y contructivista”, “en su antiilusionismo y literalidad, rechazó las relaciones jerárquicas internas, negando cualquier principio de equilibrio compositivo”. (6) Son obras precursoras del arte del environment, obras pensadas en función del espacio.
El Land Art en Europa privan más las reflexiones del artistas que las relaciones entre artista/medio natural y arte/espacio urbano. Uno de los artistas más representativo de este tipo de ruptura entre el espectador y la obra es el holandés Jan Dibbets, que juega con el ojo del espectador al proponer ambiguas perspectivas del espacio, la realidad registrada, y cuestiona el valor de la fotografía como instante inmortalizado.
El arte de la palabra, del lenguaje más que de la visión. ¿La desmaterilizacion del objeto? ¿Un (meta)arte que restituye al “yo” del artista? Es una lógica ramificación del arte del siglo XX iniciado por Marcel Duchamp: desmaterilización de la obra, supremacía de la fase del proyecto sobre la ejecución, y programada racionalidad son las características del Arte Conceptual. Este tipo de arte no pretende acabar con lo visual, pero sí experimentar con los límites del concepto de arte. Los aforismos en blanco sobre fondo negro del francés Benjamin Vautier, o la reflexión sobre espectador y público que mira de la obra de Giulio Paolini Joven que mira a Lorenzo Lotto (1967, reproducción fotográfica sobre tela emulsionada). El arte como tautología.
Si en las primeras vanguardias se dialoga sobre qué es una obra de arte, de qué está hecha, etc, con las nuevas vanguardias estas respuestas se van tensando, y van apareciendo nuevos contextos socio-culturales y nuevas tecnologías que plantean un marco referencial totalmente nuevo.
El expresionismo abstracto inicia una senda de interiorizacion del arte, en el que el autor esculpe una realidad alejada de la circundante, y lo hace mediante nuevos materiales, materiales que no son nobles. Un arte visceral en el que el goteo de los colores se cuelan entre los intersticios de la argamasa que sobresale de entre los bordes de la tela o el mural.
En los 60, y con unos EEUU recuperando su hegemonía mundial, y siendo uno de los mayores productores de sueños de látex y cartón piedra, una serie de autores vinculan lo popular con lo artístico: Marilyn Monroe, el cómic, las drag queen, el carmín, la serigrafía en serie…El aura benjaminiana se escapa por los sumideros de la Factory para reencarnarse en colores y formas intercambiables. Asimismo las drogas toman la retinas del espectador, y juegan al escondite con obras que experimentan con las formas geométricas y lo virtual.
El arte llega a su realidad más virtual con el ingreso del espectador en el Olimpo de las redes sociales e Internet. Las obras de arte ya son asincrónicas, sin autoría conocida, el espacio de estas obras es inabarcable: lo multimedia hace que la cultura de la serialización y del no-autor hace que ya no tenga importancia el objeto. El espectador, por su parte, se convierte en mero soporte material. La imagen revelada del fin del autor, y la emergencia del proceso como “aura”.
(1)Kuspit, Donald (2003). Signos de la psique en el arte moderno y pomoderno, p. 133. Madrid: Akal
(2) Morgan, Robert C. (2003). Del arte a la idea, p. 10. Madrid: Akal
(3) Adorno, T. W. (1984). Aesthetic theory, p. 476. London: Routledge & Kegan Paul
(4) Wood, Paul, [et al](2000). La modernidad a debate, p.56. Madrid: Akal
(5) Meneguzzo, Marco (2006). El siglo XX. Arte contemporáneo, p. 45. Barcelona: Electa
(6) Guasch, Anna Maria (2000). El arte último del siglo XX. Del posminimalismo a lo multicultural, p. 28. Madrid: Alianza
Bibliografía
Adorno, T. W. (1984). Aesthetic theory, p. 476. London: Routledge & Kegan Paul
Campàs Montaner, Joan; González Rueda, Anna (2015). De l’informalisme a l’art conceptual [material didáctico]. Barcelona: UOC
Guasch, Anna Maria (2000). El arte último del siglo XX. Del posminimalismo a lo multicultural, p. 28. Madrid: Alianza
Kuspit, Donald (2003). Signos de la psique en el arte moderno y posmoderno, p. 133. Madrid: Akal
Meneguzzo, Marco (2006). El siglo XX. Arte contemporáneo, p. 45. Barcelona: Electa
Morgan, Robert C. (2003). Del arte a la idea, p. 10. Madrid: Akal
Wood, Paul, [et al](2000). La modernidad a debate, p.56. Madrid: Akal
Artículo de Luís Moner.
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