2015 fue la confirmación del segundo estallido grime. Figuras como Skepta y Stormzy lo hicieron visible. Mientras, en la sombra, Elijah y Skiliam se encargaban de reactivar un movimiento que esperaba su turno entre los estertores barriales de Londres. El “back to the roots” ha sido la consigna. Pero el mapa intuye un sinfín de beats y rimas paridas al fresco para las que se hace básico llevar brújula.
LOS HIJOS BASTARDOS DE BLAIR
Entre 2002 y 2005, el orgullo londinense fue vacunado con grime. La tensión pre-milenio había tornado en paranoia post-milenio. Radiohead unieron estos dos extremos con “Kid A” (2000) y “Amnesiac” (2001), pero el campo de batalla se encontraba en otro terreno. El “happy London” de los 90 vivió una reeducación musical severa que muchos acuñaron como la versión british del hip hop. Pero lo que en realidad se estaba gestando era su hermano bastardo. El grime nació desde los pulmones encharcados de la ciudad. Desde las zonas con mayor acento africano y caribeño se forjó una conciencia delimitada por una realidad: ser los más desfavorecidos por las políticas neoliberalistas de Tony Blair. De esta manera, entre el East London Boroughs de Newham y Tower Hamlets se fue fraguando la comunidad de “los hijos bastardos de Blair”.
La cadena comenzada por el jungle, UK garage y dubstep tuvo en el grime su continuación, una aglomeración dispersa de estos estilos, batida entre texturas recogidas de los deshechos de una subcultura creciente: sonidos de videoconsolas, politonos y vídeojuegos, como “Street Fighter”: el ingrediente central tanto de la pivotal “Street Fighter Riddim” de D Double E como del semi-trap maximalista que Ezro diseñó para el “Spirit Bomb” de AJ Tracey.
Los mecanismos del cuerpo grime se traducen en la expresión más amplia del do it yourself del siglo XXI. La colección de pieles del depredador lucen como un parto sietemesino de ritmos subdesarrollados bajo las condiciones de la métrica disfuncional del 2-Step. Su instinto de supervivencia proviene de su condición eminentemente local. De Rinse FM a Raw Mission, las radios pirata han ejercido de detonante para su propagación, que se va readaptando a las nuevas plataformas de comunicación con la premura de un velociraptor. Facebook, Twitter, Myspace, pero también a través de documentales como las series de Risky Roadz, Spitfire o Channel AKA. Tal permeabilidad a las tecnologías, a pie de calle, ha permitido una comunión casi indistinguible entre audiencia y artistas. Su lema “cualquier puede hacerlo” es la forma más cercana al post-punk desde su desintegración a principios de los 80. Incluso, entre los ecos surgidos del déjà vu no resulta difícil imaginarse amputaciones sintéticas de Fad Gadget, This Heat o Thomas Leer. De su partición surge una gama de microestilos cuyo lado oscuro está representado en el dubstep industrial de la enorme “Skeng”, perpetrada en comandita por The Bug, Flowdan y Killa P.
SKEPTA: BACK TO THE ROOTS
En un principio, la genética instrumental a seguir fue calibrada desde dos puntos gravitatorios. El primero de ellos, “Pulse X”, señaló el “año cero” del grime en 2002, un corte instrumental de Youngstar que encierra la esencia minimalista del 2-Step y lo detona entre espasmos en bucle delineados de los 16 a los 32 compases. Fue como una brecha para escapar de la demonización pop del 2-Step y el callejón muerto en el que se encontraba el UK garage. El segundo atajo llegó en 2004 con “Wot Do You Call It” -, perteneciente al seminal “Treddin’ On Thin Ice” (2004) de Wiley-, plantilla del eskibeat grabada a fuego con el desgarbado bajo acuático del sintetizador Korg Triton. Las conexiones de esta rama prominente han reflorecido en 2014 con “That’s Not Me”, single mediante el que Skepta rubrica la función inalterable del sinte Korg. Pero “That’s Not Me” no es un mero ejercicio nostálgico; se trata de una revitalización de los postulados básicos del grime como expresión documentalista. Un proverbial fuck off contra las preocupaciones de la realeza del hip-hop yanqui -dinero, tías buenas y coches-, cifrado entre sus rimas de francotirador. “Sex any girl? That’s not me. Lips any girl? That’s not me. Yeah, I used to wear Gucci. Put it all in the bin cause that’s not me. Este providencial back to the roots quedó certificado el año pasado con “Shutdown”: “Want to know how I did it with no label, no A-list songs? I told them, blud, I just shutdown”.
Tras 13 años de carrera, ahora es cuando Skepta se encuentra en una posición de mayor privilegio. Sus top 40 con “That`s Not Me” y “Shutdown” han inflamado la expectación ante la inminente llegada de “Konnichiwa”, el álbum con el que se espera retomar el imponente ciclo de LPs cerrado ya en 2005 con “Home Sweet Home” (2005) de Kano: el broche final del primer advenimiento grime.
STORMZY: GRIME O NO GRIME
“Konnichiwa” conecta directamente con los orígenes de la gran comunidad africana asentada en Londres. El mismo Skepta es de procedencia nigeriana, mientras que el otro señalado para reflotar el impacto grime, Michael Omari, tiene sus raíces en Ghana. Omari, más conocido como Stormzy, vertebra un gran carrusel que no le hace ascos a desmembrar la ortodoxia purista hacia renovados vericuetos, como “Storm Trooper”. En este tema se advierte una sensibilidad impropia de la violencia inherente grime, que escapa de la pauta autobiográfica para, en su lugar, empatizar desde frentes de sensibilidad cercana a la de Frank Ocean. Pero su apuesta va más allá, destripando la liturgia old school por medio de un conglomerado donde el R&B se infiltra desde una creciente suma de tics pop del siglo XXI, tal como en “Not That Deep”. Eso sí, que nadie confunda ampliación de perspectiva con renegación. Tal como él canta en “Know Me From”: “If Grime’s dead, then how am I here?”.
Stormzy es una fuerza de carisma imponente. Su estampa de peso pesado -como una especie de 50 Cent estilizado-, mezclada con su magnetismo natural, queda sellada en el mismo vídeo de “Know Me From”, en el que llega a aparecer acompañado por su madre. Este es uno de sus ganchos más conocidos; aunque una minucia ante “Shut Up”, que entró a finales del año pasado en el top ten de las listas británicas. Pero lo más extraordinario es que lleva ya cerca de 30 millones de visualizaciones en Youtube. El hecho de lograr tal repercusión sin la necesidad de un álbum de fondo -que está a punto de caer- dice mucho de la medida exacta de la dinámica grime. En tiempos donde la paciencia para escuchar un LP de principio a fin va difuminándose poco a poco, el cargador de balas grime se dispara a la misma velocidad del canibalismo de las audiencias de hoy en día. Si bien su cantera es un fiel reflejo de la jungla en la que se mueven los resortes de la industria pop, las señas de identidad grime siguen marcadas por la autogestión. De hecho, su objetivo a comienzos de siglo era escapar de la deriva R&B / pop patentada por abominaciones UK garage como Pay As You Go o Heartless Crew. Si ya lo decía Kano en “Typical Me”: “We’re still gully, the only pop you’ll hear from us is POP! POP! POP!”.
DE JAMMZ A NOVELIST: LA CANTERA INTERMINABLE
Para retardar la confluencia directa con el pop, a la que está abocada toda variante electrónica, ha emergido un vergel casi inabarcable de valores: Capo Lee, Avelino, el subrayado dancehall de Skrapz o AJ Tracey, con el que ya ha colaborado Jammz, el rey de las emisoras pirata de 2015. De Radar Radio a Mode FM, Jammz promete hacer que las batallas entre MCs sigan generando subidones de creatividad espontánea. Su primer aviso de atención de este año ha sido “Warrior”, en la que el MC y productor muestra su dominio para bordear el flow a contrapié sobre una base de dubstep alienígena. Dentro de un viaje hasta la esencia misma del género, el impulso de Elf Kid no tiene parangón. El enésimo valor del South East londinense ya avisó el año pasado con “Golden Boy”, donde el sample utilizado del “1 Thing” de Amerie está metabolizado en un pulso simplificado a nivel molecular. En el vídeo, Elf Kid aparece con toda su pandilla bailando a lo largo del mercado de Deptford. Resulta imposible verlo y no sentir los átomos del ritmo. Este miembro original de The Square desprende el magnetismo teen de Dizzee Rascal, pero desde una vertiente lúdica y desprendida. Si no se tuerce por el camino, promete tanto como Cally, otro de los alumnos aventajados de la “escuela Rascal”. Su reciente single, “Just Us”, revela a un Cally pletórico, trabajando sobre bases ágiles, en un brainstorming ordenado con sutileza gamer por el bizarro Boss Mischief. No es de extrañar que el EP anunciado por Cally prometa ser una de las ofertas más candentes de la temporada.
La onda expansiva llega hasta Novelist. Su EP junto al DJ Mumdance es la certeza de una de las alianzas mejor avenidas del circuito. En “1 Sec” y Shook”, Mumdance deja tanto espacio entre ráfaga y ráfaga que parecen canciones desambladas por partes, a cámara lenta. En otra de sus colaboraciones, “Take Time”, la concepción de Mumdance brota física, como una liposucción de los rebordes esquizoides de Disco Inferno dentro del minimalismo grime.
EL PRODUCTOR ES LA ESTRELLA
Mumdance es una de las pruebas más perennes de la condición al alza de la figura del DJ en la actual cultura grime. Aun con la explosión brutal de MCs a lo largo del año pasado, si en sus albores el MC era la estrella, ahora son los DJs quienes están capitaneando su dominio en las raves. Y en esta misión Elijah & Skiliam son los que llevan el timón. Con su influyente sello, Butterz, como eje rotacional, están tendiendo puentes entre todos los extremos. Dos documentos vitales son los recopilatorios “Rinse: 17” (2011), monumental confluencia de todas las edades grime; y “Grime 2015” (2015), una apabullante recreación de su boyante estado de salud.
La capacidad absorbente del grime se mide por sus producciones. Y ahora más que nunca. Clanes como Butterz, Boxed y Bandulu llevan expandiendo la escena desde 2012 a través de radios, raves, además de sus discos editados. Su evolución está en las manos de DJs como Slimzee, Spooky, Lloyd SB, Jook, As.If Kid o Mr Mitch. Pero si hay alguien que está llamado a romper con las dinámicas autoreferenciales y mutar el ADN grime entre renovados contextos sensoriales, ese es el productor galés Odeko. Su reciente EP, “A History With Samus” (2016), deconstruye sus tejidos internos y los readapta en la habitación roja, donde el tintineo de politonos y videojuegos ha sido trucado por texturas de pianos estáticos. Se trata de grime hipnagógico, más cercano a Moon Wiring Club y Oneohthrix Point Never que a clásicos como Terror Danjah.
Otros que están tendiendo rutas limítrofes hacia sendas renovadas son Tarquin y T_A_M, firmantes de “There All Is Aching EP” (2016), arcade exótico en cinemascope donde llegan a mimetizar footwork, tecno y pulsación grime. Más tradicionalista es la tremenda Flava D, capaz de insertar las venas del house dentro de una musculatura de bajos Korg. Es sentir el carrusel de hormonal agitándose entre las paredes de “Bare Fields” y jurar por besar siempre la lona.
TRAS LA PASOS DE LADY SOVEREIGN
Si con su imagen entre Spice Girl sport y muñeca Bratz Flava D ha podido imponerse en un mundo tan condensado por hombres de raza negra, en lo que se refiere al terreno MC, la sombra de Lady Sovereign va perdiendo peso -ya lleva siete años de hiato y han pasado 10 desde Public Warning (2006), su apabullante debut-. El enorme vacío que ha dejado está siendo ocupado por Ms Banks, Nadia Rose o C Cane. Esta última atrae por su cadencia vocal bombástica. Además, su naturalidad para afrontar flows híper complejos -de estudio sus demostraciones freestyle- son un reclamo para las producciones más fantasiosas, como los arrítmicos beats espumosos de las enormes “Heard It Wrong” y “Shmurda”.
Otra figura diseñada para comandar el auge femenino es BGR (Ronster). Su estilo se ciñe a las filias por exagerar el acento local; en su caso, licuado en un flow atómico. La fórmula sobre las que vuela más libremente es la que marcan el maridaje entre grime vocal, trap y contornos maximalistas. De esta conjugación de factores se nutre su jugosa mixtape Red N’ Black (2014). El posicionamiento de poder femenino de BGR excluye la clásica pátina sensual tan manoseada desde los moldes pop. Más bien, ella es una fiel continuadora de figuras como Shystie, cuyo “Woman’s World” proclamaba un drástico cambio de roles: el de “la mujer objeto” por el del “títere masculino”. “We use them for a night one flex, saying don’t get attached baby boy it’s just sex”. Otra maniobra fue el grotesco urbano poligonero de Diva Twins, elevado al cubo en su infecciosa representación de la tensión grime cocinada entre las viviendas sociales del North West de la capital. No hay más que enfrascarse entre las enfatizadas rimas sexuales que cabalgan sobre las formas de “Up Ur Diva”, su vibrante mixtape de 2011. Por su parte, Lioness ataca los modelos impuestos del machismo, reclamando su independencia total más allá de su posición como mujer. “Don’t Tell Me” -pieza central de su sobresaliente EP de 2011, “Roarness”- muestra al dedillo el cuerpo central de su alegato. “Don’t tell me how I should move, how I should act”.
AMÉRICA SE RINDE
La superposición y cruces generacionales entre MCs, productores y clanes, tales como Roll Deep y Boy Better Know, ha llegado a un meridiano de colaboración y rivalidad con resultados no vistos desde 2005. Pero, a diferencia de aquel año, esta vez el marcado regionalismo grime ha cruzado las fronteras a los Estados Unidos. El SXSW de Austin del 2015 fue la excusa para que se formalizara una avanzadilla dirigida por Skepta. Su efecto fue instantáneo, sacando de sus madrigueras a miles de americanos necesitados de una mayor aceleración de BPM, bajos macarras y filantropía barrial. Las conexiones nacidas de esta veta abierta han disparado la rumorología, con Justin Bieber confesándose fan del grimoso Big Narstie -en esencia, no son tan diferentes…-. Pero el bombazo ha sido el fichaje del canadiense Drake por Boy Better Know, el sello de los hermanos Adenuga, Skepta y Jme. Es la primera vez que un sello grime ficha a una mega estrella del hip hop. Este hecho sin precedentes es más que un gran corte de mangas a la industria del pop: es la siguiente fase de un movimiento que comienza a plantearse la conquista de América. Y mejor oportunidad que esta, imposible.
Foto portada Lady Sovereign and Agyness Deyn. Foto via Nicky Digital.
Obseso crónico de la espeleología musical, autor de una treintena de ensayos musicales y miles de artículos, en TiuMag, El Salto o Rockdelux, entre otras publicaciones.
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