Que Mircea Cărtărescu es el escritor más imprescindible de lo que llevamos de siglo es algo que, desde Impedimenta, han entendido a la perfección. No es para menos ante esfuerzos de ambición desmedida como la hiperbólica “Solenoide” o la trilogía de “Cegador”, actualmente en su segunda parte, la cual, con el permiso de “2666” de Roberto Bolaño, es la experiencia literaria más absorbente en lo que llevamos de siglo. Es precisamente en estos libros donde la obsesión de Cărtărescu por sobrepasar los límites de la hipérbole alcanzan cotas difícilmente igualables.
Pero la trayectoria del tótem literario rumano expande sus tentáculos hacia otras obras, en apariencia (y recalco lo de “en apariencia”) menores, como es en el caso de “Lulu”, otro clásico contemporáneo que, para la ocasión fue tomado en 2007 por el autor de comics francés Edmond Baudoin, que literalmente se convirtió en los ojos de Cărtărescu en su adaptación al noveno arte de éste, uno de sus títulos más queridos.
Lógicamente, tomar dicha responsabilidad es todo un desafío, sobre todo, contando con el hecho de que la prosa de Cărtărescu, seguramente, sea la más visual de nuestra era. Sus descripciones de una Bucarest infinita no necesitan de más pinceles y lápices que los empleados en dibujar la memoria del lector. Sin embargo, Baudoin, ha aceptado el reto y, en su obsesión por ser una herramienta más del intransferible universo Cărtărescu, se empleó más que nunca en difuminar los bordes lineales de sus pinceles. Absorto en la misma incandescencia onírica de sus dibujos en blanco y negro, Baudoin borra el color de nuestra retina con el fin de ofrecernos el hueso de la literatura de Cărtărescu, de hacernos pensar en una versión más descarnada del, ya por sí, visceral autor rumano. Cómo no, un acto artístico tan abocado al todo o nada como este acaba por simplificarse en una única cuestión: ¿Consigue dicho objetivo? A esta pregunta, no cabe más que rendirse ante la evidencia: no sólo lo logra, sino que consigue el más difícil todavía: que cuando volvamos a leer “Lulu”, sus dibujos sean ya indesligables del imponente crisol de imágenes cincelado por el genio rumano.
Obseso crónico de la espeleología musical, autor de una treintena de ensayos musicales y miles de artículos, en TiuMag, El Salto o Rockdelux, entre otras publicaciones.
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