“Si alguien me dice a la cara que el tecno es como el punk, le parto la cara”. Martin Price
Fue a principios de los años 80 cuando La adaptación mancuniana del house se hizo real. Así como los Pistols habían motivado el surgimiento de un movimiento punk en Mánchester, The Haçienda propició el surgimiento de un grupo tan fascinante como 808 State.
La antítesis sistemática de la liturgia rock, Graham Massey, Gerald Simpson y Martin Price fueron los tres artífices de esta alianza, que tradujo la esencia house de Chicago dentro de un enfoque más diverso y contrastado. Para empezar, el hecho de llamarse 808 State en relación a la TR-808 de Roland es un perfecto punto de partida para entender la idiosincrasia de su cometido. Esta caja de ritmos no sólo había sido la favorita durante los 80 en la deriva electro de la música dance, sino que también se había convertido en la principal fuente de bajos para el new pop, el R&B, pero sobre todo el hip-hop.
Precisamente, antes de decidirse por la nueva fiebre house, Massey, Gerald y Price tuvieron una encarnación anterior, Hit Squad Manchester, demarcada por su orientación hip-hop. Antes de esta bifurcación, Martin Price ya era el dueño de la tienda de discos Eastern Bloc y también estaba enrolado en Creed, un sello de música independiente a través del que propulsará 808 State. Por la parte de Massey, se dedicaba más a tareas de ingeniero de sonido. Su percepción del concepto de las bandas rock era muy post-punk. Estaba harto de tanta falta de imaginación. Lo que el entendía como un sonido de dinosaurios. Escuchando la receta funk-noir experimental de Bitting Tongues se puede comprender su razonamiento.
Bitting Tongues llegaron a pertenecer a Factory Records. Pero Massey buscaba sus propias delimitaciones. Su motivación era ahondar en las entrañas del funk, deformarlas y reencarnarlas en un cubículo endogámico típicamente mancuniano. Pero se quedó a medias en sus intenciones. Hubo que esperar hasta 1987 para que se dejase infectar por el virus house y, como muchos otros soldados post-punk, encontrar el filtro hacia su negación del rock como gran forma institucionalizada.
808 State amasaron los ingredientes de un tecno autóctono, mancuniano, forjado en las las acid jams que nutren Newbuild (Creed, 1988), uno de los incunables de la música electrónica, y la primera de las tres obras maestras consecutivas con las que 808 State se ganaron el título a banda más interesante del Mánchester renacido en plena canibalización house. Mediante Newbuild, 808 State alcanzaron el punto de ignición acid-house justo en su despegue.
Sin embargo, limitarlo a este término sería como decir que New Order era una banda tecno-pop… Ridículo. En realidad, Newbuild fue la constatación de la necesidad de Graham Massey y Martin Price por alcanzar el ideal de nuevo funk, que ya habían explorado en anteriores experiencias. Para ello, lo simplificaron en su esqueleto mediante una serie de líneas de bajo hiper-orgánicas, desplegándose como tentáculos golpeando en los cartílagos del ritmo. Basta con decir que esta obra fue de una influencia clave en Autechre y, sobre todo, Aphex Twin, dos de los grandes tótems de la música electrónica de estas tres últimas décadas. Pero la gran revolución gestada por Newbuild fue la de atraer a las antiguas comunidades punk y rock hacia el epicentro de la pista de baile. La gran transformación se había materializado, y 808 State fueron sus portadores principales. Mientras estaban marcando las pautas sobre las que edificar toda una renovada religión rave, Massey y los suyos también tuvieron tiempo de simbolizar el gran cambio con sus remixes de ‘Blue Monday’ para la reedición del maxi-single en 1988. 808 State estaban viabilizando sus pretensiones, y para ello se sirvieron del mítico sello ZTT, pero con el poder de distribución de la Warner. Su plan era infiltrarse en la industria aprovechándose de dos factores fundamentales: la libertad que les proporcionaba ZTT y el poder de expansión de una multinacional. Sin embargo, para sus siguientes pasos contaron con la baja de Gerald Simpson, que necesitaba un espacio propio para dar relieve a un caudal de ideas que dentro del seno de 808 State quedaban totalmente solapadas por la toma de decisión autoritaria de Price y Massey.
VOODOO RAY. EN LAS ENTRAÑAS DEL BEAT
“Cuantos más, mejor. Todos, bienvenidos”.
La partida de Gerald Simpson no pudo ser más oportuna. Gerald llevaba años almacenando en el disco duro de su quijotera la información sonora que le proporcionaba The Haçienda.
Gerald Simpson:“Había una gran cantidad de energía allí. Para mí, fue una especie de lugar de ideas. Había un crisol de gente. Todos, desde estudiantes al tipo de gente que hacía breakdance. Solía estar sorprendido por el tamaño del lugar y lo que estaba pasando allí, porque, anteriormente, yo sólo había estado en clubes pequeños. Sencillamente, se convirtió en un punto focal en la vida de clubes de Mánchester. Solía tomar ventaja de ir allí y luego salir de allí para ir al estudio”.
Gerald vivía en el Moss Side de Mánchester. Era de origen jamaicano. Desde muy pequeño llevaba absorbiendo la música que sonaba en su casa, comandada por una colección de ska y ‘blue beat records’. Pero además, también iba a la iglesia pentecostal todos los domingos.
Gerald Simpson:“Solían hablar un poco de la Biblia, para luego meterse en una jam. Eso era realmente genial, muy agradable cuando eres un niño. Porque era ruidoso [risas]. En voz alta y con un montón de energía”.
Gerald Simpson: “Crecí en un lugar muy diverso, pero era muy seguro. Fue en medio de un gueto, pero se podía dejar la puerta abierta. Alguien podía hacer una fiesta, y podías escucharla y participar en ella. Allí habría un sistema de sonido sonando y te podías quedar para pasar el rato”.
“Los sistemas de sonido eran bastante potentes y todos eran caseros. La gente solía construir sus propios amplificadores y altavoces. Fue interesante. Yo quería formar parte de ello”.
La independencia musical de Gerald le permitió expandir su intuición para establecer comuniones entre sintetizadores de diferentes rangos. Así fue como, en verano de 1988, programó varias partes en los estudios Moonraker de Mánchester de lo que se acabaría conociendo como ‘Voodoo Ray’. La cirugía aplicada se basó en hacer el trasvase del sonido del MIDI SMPTE a un sincronizador DIN conectado a su equipo de sintetizador. La última fase del proceso se basaba en la Fostex 16–track tape machine del estudio. Todo esto le permitía extender las secuencias sonoras sin los problemas de controlar los tempos.
Gerald Simpson:“Pensaba en gente atrapada en un beat. Me imaginaba una especia de ceremonia vudú. Pero en lugar de ser algo muy agresivo, acabó siendo algo muy misterioso, algo que te arrastraba”.
‘Voodoo Ray’ tuvo su espejo directo en los remixes que se hacían desde Chicago. Y más en concreto de Frankie Knuckles y su habilidad para estirar las tracks sin necesidad de breaks de piano o percusión. El efecto era un estilo más neoyorkino. La cadencia, más fluida.
Gerald Simpson:“Yo estaba tratando de hacer algo que alguien me dijo más adelante que se llamaba heterodino: cuando usas dos tonos para crear un tono imaginario. El mismo sonido, pero en el que las dos oscilaciones están creando una tercera oscilación. Es como una ilusión sonora, casi como un sonido metálico que llega hacia él desde otros lugares. Es como una especie de entrada y salida de sí mismo”.
Obseso crónico de la espeleología musical, autor de una treintena de ensayos musicales y miles de artículos, en TiuMag, El Salto o Rockdelux, entre otras publicaciones.
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